miércoles, 6 de julio de 2011

El chico amarillo: mita´i grosero suelto en la tv.



Me pongo a pensar en lo enferma que está la sociedad en que me toca vivir y llega un punto en que la cosa se vuelve deprimente.
En esta semana no hubo ni hay otro tema  que no sea la tragedia que tiene como protagonista a Adolfo Trotte, dirigente de Olimpia y ex jefe de la barra organizada.
Como parte del mundillo del periodismo, si tuviera la oportunidad, desearía pedir perdón a los hijos de la señora fallecida, a su mamá y al resto de su familia por lo mal que se trató, por lo mucho que se pisoteó de una manera casi burlona la memoria de esta víctima de la violencia que ya tuvo la desgracia de que hayan terminado de forma cruel con su vida. Encima de todo, los televidentes fuimos testigos de cómo se puede jugar con el dolor ajeno, hasta llevarlo al despreciable campo del morbo.
Mis primeros pasos en el periodismo me tocó (y hasta ahora) darlos en el diario Crónica, medio despreciado por gran parte de la high society. Ni qué decir por los demás medios y compañeros que enarbolan la bandera del periodismo serio.
Me dieron como tarea en muchas ocasiones, hacer coberturas en sepelios.
Recuerdo muchos casos en que mi jefe de entonces me daba la misión de conseguir el testimonio de los familiares del fallecido; pedir a los familiares la famosa repro de la foto en vida. No puede haber situación más incómoda que ésa, se los puedo asegurar. Te sentís un avasallador, un desalmado, por más que estés cumpliendo con tu trabajo
En esos tiempos , en que me tocó pagar –como dicen los muchachos-“ el derecho a piso”, sí, el derecho al sueldo piso de un periodista de diarios, tuve mucho remordimiento de consciencia y durante mucho tiempo me autocastigué pensando que había comido carne humana – como lo hicieron aquellos sobrevivientes de la tragedia de Los Andes- por conseguir una fuente de trabajo. Pero, nunca (lo juro por Dios que nunca) me pidieron que llore y me haga pasar por un familiar.
Por eso, imagino lo mal que se debe sentir la cronista de Telefuturo después del triste espectáculo que dieron ante miles de personas que estaban viendo la tele en ese momento.  “Llorá, Noelia” es la frase que va a quedar como prueba de lo bajo que puede caer el ser humano cuando quiere conseguir algo.  Se pudo ver el circo que hace un idiota – que se cree el tipo más picho- para galantear a una puta, llamada primicia.
No me quiero poner en el lugar impoluto en el que se ponen muchos compañeros que se olvidan que en este chiquero en que estamos metidos va a ser el colmo de hipócrita aquél que tenga la osadía de  hablar de higiene.
Pero, este tema debería de servir para hacer autocrítica y buscar la forma de hacernos respetar y sentar postura ante los “ jefes parásitos”.  La dignidad humana vale mucho más que un miserable sueldo piso, muchahos.
Es hora que la sociedad sepa quienes comparten la paternidad del “chico amarillo” que anda haciendo de las suyas en los medios paraguayos. Muchas veces quedamos como los padres de la criatura pero en este vídeo queda demostrado que no somos nosotros…