“El sol está muy, pero
muy alto, como el dólar” ¡Por Dios!” es la frase subtitulada
que vi y supe que algo interesante estaba por venir.
Sinceramente, de cine no
entiendo ni un pito pero sí conozco (y mucho) de las necesidades,
las dificultades y las alegrías que pasa la gente con la cual me
siento identificado porque también soy parte de ellos.
Por eso, más allá de ser
una obra de arte, “7 Cajas” es una radiografía de gran parte de
la sociedad paraguaya y hace que te identifiques, te sientas parte y
la sientas tuya.
Quién sufrió alguna vez
la impotencia de ver a un inocente dependiendo de la insulina;
padeciendo esa enfermedad que en Paraguay solamente los ricos pueden
tratar, va a entender en su real dimensión el profundo mensaje
social que tiene esta película.
En el mercado 4 lo que
importa es la mercadería: todo y todos tienen precio.
El pobre así como el rico
no tienen problemas en matar por dinero. Ahí me encantó la visión
del guionista que no tuvo una mirada “cheta” que apunta el dedo
sobre la pobreza y la injusticia del mercado sino que mostró la
realidad: El rico que quiere más y más conviviendo con el pobre que
quiere sobrevivir.
Creo que hasta ahora es la
mejor descripción que se hizo de Paraguay. El país en donde los
“Vivos viven de los sonsos”
Por lo menos eso fue lo
que vi cuando fui a buscar a Tano, el carretillero que inspiró a
Juanca Maneglia para hacer el guión. Tano usa una “musculosa” y
un short parecidos a los de Victor. Todas sus compañeras mercaderas
lo quieren y también tiene una novia que se llama Liz.
Fue inevitable volver a la
sala de cine para ver (por segunda vez) la peli. No fue tarea fácil;
conseguí boleto para las 12:30 ¡de la noche! ¡Con sala llena!
Ya me fue familiar el
pasillo de venta de frutas, de medias, corpiños, championes entre
otras cosas. En ese rincón del mercado, la mayoría se siente una
celebridad y se adjudican el mérito de haber ayudado a los
realizadores a hacer las tomas. “Yo aparecí en la película... ¿No
me viste?” decía Ña Peti, una de las vendedoras que ya fue al
cine a verse a sí misma.
Creo que ese fue el gusto
que nos dimos todos los paraguayos: de vernos a nosotros mismos en
una sala de cine. Aplaudir nuestros chistes, reír de lo sonso y lo
vivo que podemos llegar a ser al mismo tiempo.
Hasta los directores se
animaron al gustito de aparecer en pantalla: Tana Schémbori aparece
en la solapa del Comisario y luego como doctora. Y Juanca fue más
figuretti todavía y dos veces luego sale frente a cámaras como
policía. ¡Con razón en una época usaba recorte cadete! (Él,
vestido de caqui alza al travesti en la patrullera y es uno de los
que lleva el cajón del poli fallecido)
¿Qué llevan las 7 cajas?
Creo que mucho más de lo que podemos llegar a dimensionar ahora.
Gracias a esta película
somos conocidos, ya somos estrellas de cine, ya besamos a Fio
Migliore, por lo menos eso lo dicen las más de 80 mil personas que
ya la vieron y todas al salir de la sala, sintieron que ellos mismos
eran “Victor”.