jueves, 1 de noviembre de 2012

Lujo en el infierno



El split bien custodiado en el panteón de Blas Niño Riquelme. Está con candado, no sea que un "vivo" se lo robe. (Foto: Osvaldo Escobar)
                                                                 
Es la primera vez que comparto con ustedes un artículo que hice para Crónica (www.cronica.com.py) 
   
Con lo que cuesta el panteón donde descansa el cuerpo del General Andrés Rodríguez, muchos nenes de la alta sociedad se evitarían el trabajo de pedir limosnas y luego construir casas para pobres en la campaña: “Un techo para mi país” ya que con la mitad del material que tiene el mausoleo al estilo gótico, se podrían construir miles de casas para los indigentes.
El minicastillo, además de un sótano, tiene una minicapilla y está revestido de mármol y según lo que nos comentó Miguel Sánchez, uno de los cuidadores más antiguos del cementerio de La Recoleta, este panteón es uno de los que cuentan con aire acondicionado funcionando las 24 horas. “Tiene aire acondicionado funcionando las 24 horas chera’a pero nosotros no cuidamos ese panteón, hay personas contratadas especialmente para atender el lugar. Nadie puede entrar ahí” explicó don Miguel que desde hace 30 años labura cuidando el patio y limpiando las veredas del campo santo.
Calor. El don también nos reveló que el finado ex presi no es el único que no tiene ganas de sufrir el calorazo de Asunción después de muerto, sino que también hay otro poderoso empresario y político que le siguió el ejemplo. “Pe político ramoite omanóvaekue oreko avei la aire” (El político que murió hace poco también tiene aire) explico el karai refiriéndose al panteón de don Blas N. Riquelme, el más reciente inquilino permanente en La Recoleta.
Don Miguel, al igual que sus compañeros tampoco se explica del por qué llegan a poner hasta un split voi en los panteones, pero soltó una frase por demás sabia: “La ricokuéra ko omanorire lo mismonte ipiro’yse” (Los ricos después de muerto igual nomás quieren refrescarse) soltando una carcajada con la que festejó el comentario que hizo, que también fue acompañado por la risa de sus compañeros de trabajo, que descansaban a un costado, bajo un árbol, justamente para resguardarse del intenso sol, en plena siesta asuncena.
Esta es la fachada del mausoleo del General Rodríguez. Lujo y no macana. (Foto: Osvaldo Escobar)