viernes, 7 de septiembre de 2012

El gran salto del artista paraguayo


Foto de Roberto Ovando (Crónica)



En estos tiempos de euforia de cine y arte nacional en general, lo mejor es poder ver brillar en todo su esplendor al verdadero artista paraguayo.
Si hablan con algún literato ortodoxo o con un músico de prestigio o con los teatreros cool, es muy probable que coincidan en que el paraguayo luego es apático; para decirlo francamente, un tavy que no se interesa por la cultura. Un pobre que no va luego al teatro, no apoya a los artistas nacionales y menos comprar un libro. ¡Es tan haragán que ni siquiera tiene el hábito de la lectura!
"Para qué vas a hacer una película, si el paraguayo no quiere luego ir al cine" "Para qué sacar un disco, si nadie te va a comprar y no hay luego apoyo" son algunos de los plagueos que es común escuchar en los artistas quejones.
El fenómeno 7 Cajas fue como un valde de agua fría para muchos ya que demuestra lo contrario, o sino ¿Cómo explicar el tremendo éxito de taquilla que está teniendo la película, que va camino a ser la más vista en Paraguay de todos los tiempos, superando al Titanic de Cameron o los aplausos en cada escena y la identificación plena del público con sus protagonistas?.
De un solo salto, el actor paraguayo se va a codear con sus colegas de Toronto o de San Sebastián donde es más que seguro que los llenen de halagos por su actuación. Celso, Lali y Paletita, los principales de la peli, no se parecen en nada a los actores que estamos acostumbrados. Seres privilegiados, dueños de un áurea aparte, por lo menos así se comportan la mayoría de los "artistas" que polulan el mundo under en el país; con una pedantería tal incluso sin haberse destacado nunca. Tal vez el máximo logro llegue a unos minutos en una nota con Raúl Vega para su programa de (¿humor?) ácido, mordaz, nambré. O quizás verse en una superentrevista llena de elogios hecha por un amigo periodista que forma parte también del circulo.
Estos ñembo artistas, en su mayoría chicas y chicos ricos muy bien disfrazados de bohemios que andan siempre con una máscara que se ponen al salir a la calle y muchos hasta logran parecerse (por lo menos en la pinta) a un Francisco de Asís, capaz de despreciar al señor dinero y a su séquito de beneficios, son lo que en mucho tiempo trataron de opacar a los verdaderos virtuosos.
De esta especie son los “artistas de elite” que gastan mucho dinero y tiempo en crear una caracterización desprolija y un lenguaje que los identifique; llevan consigo siempre un escenario de isopor para mirar desde arriba al espectador. Ostentan muchos recursos pero al 90% carece de lo fundamental: talento.
Talento que le sobra a “Paletita” que es un hombre criado en el mercado; no creo que hable inglés ni que sus papis le hayan pagado unas largas vacaciones con curso de actuación incluida en Buenos Aires o en Nueva York. ¡Pero es un actorazo!
Tiene un don natural que no viene con la cerveza que se compra en la mesa de Britania como muchos piensan.
Dentro suyo está el paraguayo más auténtico que es un actor en potencia. No quiere parecerse a nadie (aunque con su sombrero se parece bastante a Freddy Krueger)
Es capaz de hacer reír y llorar al mismo tiempo. Puede ser bueno y también malo. Creíblemente ambicioso y sonso a la vez. Lo mismo pasa con Celso y Lali.
Qué gusto va a dar verlos siendo reconocidos a nivel mundial.

Tengo el privilegio de ser espectador de la mejor escena no grabada de la película. Emociona verlos, después del gran salto, bajar a compartir la gloria con su gente: con la que es igual a ellos, recibiendo la ovación de todos. Incluso el aplauso envidioso de aquellos que se mueren por estar en ese lugar pero no les da el cuero o simplemente porque no se animan a bajarse de su tarima falsa de isopor para juntarse con los humanos.