viernes, 10 de febrero de 2012

El poeta bendito



Es muy común que en estos días, muchos empiecen a conocer la obra de Luis Alberto Spinetta. He visto por ahí fanáticos desaforados de “El Flaco” luego de ver las noticias en las cadenas de noticias argentinas.
Es natural. La muerte tiene esa curiosa manía de transformar lo bueno en maravilloso y hacerle a un lado a lo malo. (Hasta ahora no conozco a un muerto malo, por más hijo de puta que haya sido)
No soy un “Spinettiano” de la primera hora ni mucho menos. No llego a la veneración que suelen regalar los fanáticos pero debo admitir que me pesó la muerte de este poeta del rock.
Aunque muchas de sus melodías me parecen demasiado rebuscadas, Spinetta dejó una marca que no se va a olvidar nunca más.
Lo que me llamó la atención siempre, fue la sabiduría de este tipo. Cuando el Flaco hablaba, parecía que ya había preparado un siglo antes cada frase, cada palabra.
Escuchando “Artaud” de Pescado Rabioso, uno de los mejores discos que descubrí en mi vida, me di cuenta que la grandeza de Luis Alberto sobrepasa (pero rebosa luego) lo artístico. Es un poeta comprometido.
Prueba de ello es el temazo “Todas las hojas son del viento” que abre el disco. Un himno a la vida que debería ser cantado más fuerte que nunca en un tiempo de tanta violencia: de tanta muerte, guerras. Tiempo de destrucción, en donde la ironía y la incoherencia humanas se hacen un festín con gente que hacen manifestaciones: Un día a favor de Green Peace, piden desaforados que paren con la matanza de animales. Otro día, en la calle exigiendo la despenalización del aborto.

“Cuida bien al niño,
cuida bien su mente.
Dale un sol de Enero,
dale un vientre blanco,
dale tibia leche de tu cuerpo”

Son los primeras racimos de flores que brotan de la canción, inspirada por la misma musa que hizo posible que existiera “Muchacha ojos de papel”.
Cristina Bustamante, se llama la ex novia del flaco que venía con la noticia que estaba embarazada…¡De otro hombre! La leyenda cuenta que fue a pedirle a Luis Alberto que la ayude a abortar al bebé y él le contestó como sabe hacerlo: Con poesía…

“Hoy que un hijo hiciste,
cambia ya tu mente,
cuídalo de drogas,
nunca lo reprimas,
dale el áurea misma de tu sexo”.

Spinetta se despedía así de un gran amor. El primer amor, el de la adolescencia, que en ese momento estaba como una hoja seca y a quien él le devolvió la vida con la luz de su poesía: la luz del sol.
Hace poco, la ex novia fue entrevistada por un medio norteamericano. La foto que acompañaba a la nota, mostraba a una mujer feliz con sus nietos. Ella decía –entre otras cosas- que el flaco había sido el primero en muchos aspectos en su vida.  De alguna manera, esos niños que salen tan alegres en la fotografía, también vieron la luz del sol, gracias a una canción.
Más allá de razones religiosas, místicas o filosóficas, que lastimosamente suelen embarrar la cancha, rebajando el respeto por la vida, a una lucha de caprichitos ideológicos; en mi humilde opinión, el mundo perdió a uno de sus más nóveles hijos acá entre los mortales.
Un hombre comprometido que por 62 años hizo para nosotros, con mucha generosidad, de corresponsal: un cronista que contaba cosas del cielo para gente que vive en la tierra.